martes, 9 de agosto de 2011

CONCIERTO SOBRE EL FUEGO - Poética culinaria

Concierto sobre el fuego
Una ráfaga incesante de picardía erótica en un plato de comida

Dina Luz Pardo Olaya , cuyo nombre podría ser el comienzo de un largo o corto poema, se ha esporrondingado con diecisiete poemas en su libro Concierto sobre el fuego – poética culinaria, en donde la magia de la palabra discurre lenta y paulatinamente como las olas del mar con una fuerza impetuosa que avasallan al lector. Ésta poetisa currambera, o mejor sincelejana, que tiene el sabor del mote de palmito, con una prosa poética, suave y armoniosa, teje una madeja de erotismo y poesía, poesía y erotismo con un trasfondo de cocina, en que el ámbito que circuye cada verso lleva inmerso un ají o la picardía propia del sentido sicalíptico.

Es posible que si este opúsculo hubiese visto la luz, no la luz de la autora, sino la del tiempo en otras épocas, ya lo hubiesen vilipendiado y anatematizado por escandaloso contra las buenas costumbres y la moral cristiana. Y la Iglesia hubiera ordenado la excomunión de su autora, la supresión de la obra y que esta se echara al fuego purificador como indecente oprobio del gusto y la razón.

A Dina Luz, con este poemario, cualquiera persona de mediana cultura en los quehaceres poéticos, podría calificarla de “bárbara”. Y es así. Se nota que la poetisa tiene la intención de romper el hielo en que se mueve ambiente poético, un ambiente plano, acartonado y timorato de la poesía actual, al atreverse a jugar con las metáforas y a crear una sensación erótica en el lector a medida que degusta un plato y otro plato. Podrían calificarse de epitalamios, pero éstos, eran poemas que cantaban los desposados en la noche de bodas antes del himeneo. Sin embargo, podría decirse que la diferencia radicaría en que la invitación en el epitalamio tradicional la cantaba el poeta en tálamo nupcial y en los poemas de Dina Luz, es la dama la que invita a que todo se haga en la cocina, en la estufa o en el mesón.

Pero…cuando fusiono la cocina con eros

cuando me invento fórmulas para adobar al hombre que amo,

con mis manos, con mi boca, con mis fuegos, con los suyos,



Y como si estuviese en el tálamo, La receta de hoy es la invitación al erotismo

La cocina espera por mí //

para hacer contigo mi mejor receta.//



Combina los elementos propios de la cocina tradicional, Salmón a las finas hierbas y mediante un juego de metáforas incita al erotismo cotidiano:

Sentirte entre mi lengua y mi paladar,

con cada una de mis glándulas gustativas,

concebirte llegar a mi estómago,

y saberte desde allí, nutriéndome,

fortaleciéndome, robusteciéndome.



Finaliza con una advocación extremadamente erótica y llena de picardía, que podría decirse se acerca las fronteras del morbo:

Sentirte entre mi lengua y mi paladar,

con cada una de mis glándulas gustativas,

concebirte llegar a mi estómago,

y saberte desde allí, nutriéndome,

fortaleciéndome, robusteciéndome.



El mérito del libro es que nada en los poemas queda suelto, nada le deja la pluma de Dina Luz al azar. Desde el color amarillo que sirve de marco a la bandeja de comida que simboliza el poema, hasta la frase más sencilla, tiene su sentido metafórico. Desde este punto de vista, Dina Luz que es bastante osada y atrevida en su poemas, que juega con la metáfora, los símiles y las figuras literarias también induce con el color amarillo, que según la simbología significa, además de la ira y la cobardía, los bajos instintos y la emoción, no es gratuito entonces que entre los miles de colores de la cromatología universal se haya encaminado por el amarillo, que también es el color de la luz, el sol, la acción, el poder y simboliza arrogancia, oro, fuerza, voluntad y estimulo.

Pero en medio de la pasión y el desespero de la mujer que quiere ser amada y agota los recursos que a su paso tiene y en este sentido, parece que la cocina es su último recurso:

¡Vamos mi dulce encanto!,

prueba mi piel que me quiere llover el amor,

me quieren llover las caricias,

me quiere llover la pasión.



La poetisa con sus versos lleva de la mano al lector por cada rincón de la casa, y en cada lugar las palabras y frases despiertan la sensibilidad, unas veces haciendo cosquillas otras veces influyendo como punzadas eróticas. //Si tuviera más tiempo, //si tan solo tuviera un poco más de tiempo // para saborearlo más, //sorbo a sorbo, //humeante, //para olerlo más,// apetecible y profundamente//.

Aunque en nuestros días hay como un despertar apasionado por la poesía erótica, es importante decir que este género no es nuevo. Ni más faltaba. Sin embargo contra ella, como contra la prosa erótica, ha habido muchos tabúes que la han colocado entre la espada y la pared, especialmente si esta es escrita por las damas. Todo se debe a que la poesía erótica, dentro del ámbito de la poesía amorosa, representa una lírica especial de la pasión que exalta el deseo y acepta el cuerpo como el elemento sustancial en el gozo de la sensualidad.

Una rápida mirada en diferentes épocas nos muestra que esta clase de poesía tuvo auge en la antigüedad, ejemplo de ello son los extensos poemas del Cantar de los Cantares, atribuidos a Salomón, en el siglo de oro español, no se quedaron atrás Félix Lope de Vega Carpio y don Francisco de Quevedo y Villegas, ya que en su tiempo fueron más famosos por sus sonetos eróticos que por sus piezas teatrales. En Alemania, el filólogo austriaco, Wilhem Scherer, a mediados del siglo XIX, denominó Frauenlieder a una serie de poemas eróticos, que a pesar de ser escritos por mujeres en el anonimato, fueron atribuidos a poetas masculinos.

Con este concierto erótico sobre el Fuego, que una especie de ráfaga incesante de picardía erótica servida en un plato de comida, la escritora sincelejana se une a esa hornada féminas que de una u otra manera, desde los tiempos de Safo de Lesbos, quien debió reinar en el Olimpo, según los filósofos platónicos, secundada por Asminda de Creta, Corina de Tanagra, y la romana Tesulea, se atrevieron a escribir lo que estaba restringido a ellas y solo era un privilegio de los hombres.

Bienvenida esa invitación que nos hace Dina Luz, al brindarnos este suculento Concierto sobre el fuego – poética culinaria, que seguramente alebrestará más un espíritu al saborear cada plato, en medio del éxtasis y la pasión que le imprime cuando alguno de los lectores se atreva a sujetarla, la tienda sobre la mesa y la saboree como el plato más apetecido. Ojalá que así sea y no se quede /espantando moscas después de la comida/.

Cartagena de Indias, 2 de febrero del 2011