A la Hora de las Golondrinas
o la vida andariega de Guillermo Sobrino
Cuando alguien nos dice que escribamos una nota de presentación de un libro o de una obra artística, la mayoría de las veces se nos presenta el dilema acerca de la opinión que se quiere decir. Pues ésta en cierto sentido puede direccionarse hacía una crítica del libro y presentarlo ante la sociedad y emitir una opinión que acerque posibles lectores, ya sea para su compra o por su interés literario; o también podría ser un análisis del autor simplemente del vida del autor o que el expositor hable de él para darse bombos y platillos y jamás mencione la obra que se quiere reseñar. También, a veces sucede que un escritor ampliamente conocido o de poca trayectoria que lea su obra y emita un juicio sobre ella.
Y creo que esto último ha sucedido, cuando el notable escritor Antonio Mora Vélez, por quien tengo una especial deferencia desde ha muchos años cuando él ya era un personaje nacional de la literatura de ciencia ficción y yo apenas trajinaba en la cartilla de cartón los primeros rasgos de la creación literaria, me haya solicitado que sea una especie de padrino al presentar la novela A la hora de las Golondrinas en esta 9ª asamblea Nacional de Escritores de Colombia.
La novela en sus 159 páginas, podría decirse que es la evocación histórica de la vida andariega de Guillermo Sobrino, el narrador, quien cuenta su vida de una manera meticulosa y con detalles que va dejando en cada nombre una puerta abierta para hacer otra narración.
La novela en la que se siente una fuerte presencia de la historia, de la historia nacional, que según una aclaración del autor en el corolario está enmarcada entre los años 1951 a 1966 y luego en 1991. Sin embargo a través de un recurso literario de la caja china o matriuska, como dicen los rusos, el autor monta una época sobre otra época y revive episodios de la historia a través de historias novelescas en las que Sobrino, de ser un simple desertor del ejército llega convertirse en libretista, actor y crítico de radionovelas.
El autor tiene el cuidado de ir dejando en cada página una señal, un indició que permite asociar cada momento de la historia con los sucesos narrados. La influencia de la Revolución cubana en la juventud latinoamericana y colombiana es un plato fuerte en la novela y un documento para conocer como fue el connubio entre el partido comunista y el Movimiento Revolucionario Liberal –MRL-, y por qué su fundador López Michelsen siempre expresaba que el Partido Comunista era su quinta columna.
La formación de las células revolucionarias de la naciente JUCO, los cuadros, nombres de aquellos jóvenes que años después estarán en la palestra Revolucionaria del país y la Montería, la ciudad de las golondrinas, pero también de gamonales y terratenientes que en connivencia con las autoridades hacen toda clase de triquiñuelas para apoderarse de los pocos territorios que brindan oportunidades a la sociedad.
La Historia reciente de montería está vertida como si fuese una sábana de dulces sobre una mesa a la que se puede llegar, saborear y comer, las primeras invasiones, la formación del hoy famoso Barrio La granja.
Todo lo importante en Montería se hace a la hora de las Golondrinas. Es decir al atardecer cuando salen del campanario de la Iglesia a volar y oscurecer aún más la noche. La oración del angellus, las reuniones de las nacientes células revolcuionarias, el estudio del marxismo y de las obras que viene de Moscú a través de diferentes embajadas para que sean estudiados por los nuevos revolucionarios, muchos de los cuales años después estarán pelechando de la burocracia, pero otros seguirán firmes en sus convicciones como en el caso del joven Jaime Bateman.
Los amores de Sobrino con Ana Paola son en cierto sentido la cortina que utiliza el autor para llevar de la mano al lector a los hechos en que se vio envuelta la ciudad de las golondrinas.
Pero Toño también le hace un homenaje a sus amigos, aquellos amigos de juventud con quien compartió muchas de las aventuras narradas. A Damaris y Rebeca, dos hermanas pereiranas, cuadros de la naciente JUCO. Así aparecen nombres como Octavio Rivera, Luis Arenales, Rafael Yanes, el alcalde de Montería que unas veces era revbolucionario y otras veces emerrelistas y hasta godo. El cienaguero Remberto Coronel, Benjamín Puche y muchos otros, todos con oficios tales como zapatero, barbero, bracero, etc. En donde el autor quiere resaltar algo muy importante que los miembros iniciales de las células revolucionarias que conformaron en el país en los cincuenta y sesenta estaban compuesta de verdaderos obreros, gente que quería estudiar y analizar el proceso revolucionario que debía darse en el país. El Importante papel que juega a en la ciudad la emisora Radio Cordobesa, una verdadera escuela de formación, no solo para periodista y locutores, sino también para el arte.
Podría decir mucho más, sobre todo de la Geografía y de los paisajes que nos describe, Pero creo que es mejor que sea el autor quien nos hable de su obra, de este libro ameno, agradable, llena de anécdotas, humana, sencilla, escrita con un lenguaje literario y musical que fluye con lentitud para mostrarnos la vida de Guillermo Sobrino, el desertor que llegó a constituirse en uno de los pilares fundamentales del Partido comunista, en tiempos en que era una célula clandestina en La ciudad de Montería, cuyas reuniones las realizaban a la hora de las golondrinas.
Cartragena de Indias, 15 de julio de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario