martes, 31 de enero de 2012

El Nóbel más largo del mundo


Hace pocos días Oniris Candela, una joven campesina de Pueblo Bonito que despertó de un coma que la mantuvo desprendida del mundo durante casi veintipico de años y alimentada únicamente por el suero casero del agua de coco, se sorprendió porque la primera noticia que escuchó en su destartalado radio phillips aludía a que llegaba a Colombia el Nobel García Márquez. ¿Cómo le dieron otro premio a Gabo?, preguntó aún medio adormilada.

Y es que entre las muchas cosas más grandes del mundo, además de la mina de carbón del Cerrejón, los yacimientos de níquel de Cerromatoso, la roca de oro de Doña Juana, en el sur de Bolívar, los narcotraficantes más buscados del mundo, los burócratas más corruptos del mundo, también tenemos el Nóbel más largo del Mundo, que llega a casi veinticuatro años, o lo que los mismo, 288 meses, que son iguales a 8.760 días, que equivalen a 210.240 horas, y lo que es mejor, cada día se rejuvenece más y más como el mítico Ave fénix, que renacía de sus propias cenizas, convirtiéndose en una especie de amuleto para sus pregoneros, que consideran que el Premio Nobel, aún sigue vigente.

El Nóbel que es un galardón apetecido por muchos escritores, pero también repudiado por otros, que ven en él el resarcimiento que hace al mundo el creador de la dinamita que tantos y tantos daños causó y causa a la humanidad, que para la mayoría de escritores que lo han recibido solo ha demorado un día; aún en nuestro país el Premio Nobel está más vigente que nunca y cuando en el horizonte asoma “aurora, la de los dedos de rosa”, emerge como la gran esperanza, como la más soñada ilusión de muchos colombianos.

No recuerdo que alguna vez se haya dicho Hemingway, el Premio Nóbel norteamericano, o Juan Ramón Jiménez, el Premio Nóbel español, mucho menos Camus, el Premio Nóbel francés, o Saramago, el Premio Nóbel portugués. Nada de eso. Para muchos escritores, el Premio Nóbel no es privilegio sino un estorbo, un karma, y muchos de ellos hacen hasta lo imposible para que no se haga alusión cuando están en algún acontecimiento público.

No sucede lo mismo con el escritor de Aracataca, a quien sospechosamente, como una gran mamadera de gallos, se le han endilgado las palabras Premio Nobel, como si hicieran parte de su apellido. Para muchos escritores colombianos, el hecho de que aún, veintitantos años después una gran cáfila u hornada de periodistas sigan llamando a García Márquez el Premio Nobel colombiano, no le hace ningún bien a la literatura colombiana, por cuanto limita y estrangula a otros creadores en sus aspiraciones a acceder a tan renombrado y también desprestigiado galardón, no porque no sean buenos y tal vez mejores fabuladores, sino porque esté es un país muy tradicional, que como en algunas sociedades tribales, solo creía en las primogenituras. Y en todo caso, mientras se siga trillando el estrambote de “el premio Nóbel colombiano”, habrá otras personas, que como Onisirs Candela, después de un largo sueño, también se estarán preguntando si García Márquez fue premiado nuevamente con un nuevo galardón.



EL BAJO "MANJATAN"

En esa extensa ladera se mueven millones y millones
 de pesos que podrían dar envidia al más notable
de los banqueros del mundo


Es otro mundo el “Bajo Manjatan”, un conglomerado tugurial y aristocrático, donde se mueve tanto dinero como en Wall Stret, con una extensión de más de un kilómetro de largo y cien de ancho, que se ha formado con gente de todas las clases y latitudes al otro lado de la muralla, entre la ribera del otrora Río Grande de la Magdalena, donde aún quedan rezagos de los buques y remolcadores, testigos de la grandeza de otras épocas, y la agitada Albarrada de Magangué, con sus fondas tradicionales que han caracterizado desde hace muchos años aquella Babilonia Moderna. “Son los refugiados de la guerra que disputan un lugar para vivir”, me explicó Roque Barrios, periodista de Sur Costeño, uno de los pocos informativos de la ciudad.

El Bajo Manjatan es un sitio importante y de gran influencia para Magangué y para la región. Lo primero que encuentran los pasajeros que llegan o salen en chalupas, yonson, lanchas, balsas, remolcadores y canoas es un poblado extraño formado de casas palafíticas y modernas, construidas en viejos camarotes lanchas y cascotes de buques siniestrados convertidos en chalet o en lujosas viviendas, pegado a la orilla del río por donde se mueve la muchedumbre abigarrada que grita y vocifera para llamar la atención, peleándose la mochila o la maleta, vendiendo guarapo, fritos y loterías o anunciando el taxi que viaja para “curramba”, “la heroica” o Sincelejo, mientras que, de un lado a otro corren babillas y ratas asustadas por los ladridos de los perros. Es una parte de la ciudad, pero no es la ciudad.

El Bajo Manjatan, rompe con los cánones tradicionales, allí se realizan operaciones y transacciones que no pueden efectuarse en una sociedad tradicional. Todo se vende con la palabra de un hombre o con dinero en efectivo. Los mil bultos de arroz, las cien fanegas de maíz, el lote de ganado, la pila de yuca, la lancha de pasajeros, la arroba de frijol, la tonelada de queso, el amor pasajero, el secuestro, la vida y la muerte de una persona y hasta el sancocho de bagre; todo se paga de contado, nada se fía, no se conoce el cheque y tampoco las ventanillas de un banco, pero eso si “el que de papaya lo tumbamos”, me dijo un matarife de cerdo, que bendecía el cuchillo ante la imagen de la Virgen del Carmen. .

A las cientos de miles de personas que habitan el Bajo Manjatan, gente que ha dejado en el campo sus familias, recuerdos, esperanzas y heredades, no interesan los problemas que están del otro lado de la muralla en la bulliciosa ciudad, ni que mande quien mande y que muchos de sus aristocráticos habitantes añoren al Magangué que en el pasado ostentó el título de “capital arrocera de Colombia”, porque tuvo veinte factorías, varias fábricas de jabón, el edificio más importante de J. V. Mogollón, el famoso parque de las Américas, tres emisoras, entre ellas Sutatenza, la más potente de esta parte del país, astilleros donde se construyeron buques de vapor, fábricas de hielo y el atracadero de embarque de ganado más importante de la Nación que la convirtieron en uno de los centros urbanos de más proyección del país. Nada de eso interesa en el Bajo Manjatan, y tampoco les preocupa saber quien es la verdadera patrona de la ciudad. No. Eso no es materia de sus habitantes. “Aquí se habla de negocios, sucios o limpios, de la Virgen del Carmen, de la cosecha del arroz, de vallenato y salsa, de perico y poesía, de la vida y de la muerte, me dijo el poeta Sarabia.

Así es el Bajo Manjatan, un extraño y agradable lugar, expuesto a las crecidas de Yuma, donde se bebe ron y cerveza, cerveza y ron, se come sancochco de bocachico, se oye toda clase de música, rancheras, boleros, vallenatos, salsa y mapalé, se realizan operaciones comerciales y bursátiles de todo tipo y lo que es mejor, la gente vive en función de su esperanza, de su futuro, de la vida, del porvenir, mientras sobre las balsas y planchones agua abajo, cada mañana la imagen de la Virgen del Carmen, es testigo mudo del incierto destino que se cierne sobre de sus habitantes.

lunes, 24 de octubre de 2011

Cómo se identifica un corrupto

"Cada gobierno que llega,
 trata de ser más corrupto
que el anterior"
Marqués de la Taruya

Fue la pregunta que me hizo un grupo de estudiantes de una universidad local, que investigaban afanosamente el tema, porque uno de sus profesores, enquistado y oxidado en el ejercicio político regional, que ha sido elegido muchas veces y ha sobornado funcionarios, ha comprado votos y favorecido a su familia por el privilegio de su cargo, quería demostrarles que él no encajaba en la definición de corrupto.

En las esferas gubernamentales, la corrupción es la desviación de los fines de la función pública en beneficio particular y en consecuencia posterga el desarrollo de los pueblos, carga a la comunidad con costos injustos, destruye la competencia comercial, demanda esfuerzos innecesarios de los sistemas de ayuda internacional, desacredita a la autoridad y altera la paz de las naciones. En fin es el aprovechamiento indebido de la administración de un patrimonio común.

Aunque la corrupción es más notoria entre la clase política, no solo en la colombiana, sino en muchas partes del mundo, esta práctica perniciosa, que viene desde los inicios de la grandes civilizaciones, también ha extendido sus tentáculos a otras disciplinas y actividades del conocimiento. De allí que haya corruptos en el deporte y la universidad, en la justicia y la factoría, en el parlamento y la policía, en el clero y hospitales, en la gobernación y la discotecas, en el lupanar y la alcaldía, en la prensa y la academia, en fin, en la gloria y en el averno, pues nada escapa a la corrupción, esta es análoga al cáncer, ya que ambos crecen a expensas de sus huéspedes y al final terminan matándolo.

Pero, ¿cómo se identifica un político corrupto? No es por la fragancia alemana o francesa que utilizan, nunca colombiana; tampoco por sus prendas de vestir, llamativas y costosas pero de baja calidad; menos por su forma de vivir, son arribistas y se ubican en sectores exclusivos; se identifican especialmente por sus actuaciones o prácticas respecto al presupuesto, el que ponen a su disposición y lo manejan como un kiosco de cervezas.

Además, el corrupto vive mimetizado como un camaleón entre la gente honesta de la sociedad; anda deseoso de riquezas y ambiciones de poder, anteponiendo el principio maquiavélico de que “el fin justifica los medios”, conjuga verbos tales como pecular, cohechar, sobornar, chantajear y traficar influencias. Anda agazapado bajo el paraguas de los poderosos, pues si comete injuria o viola la ley, puede eludir el castigo. En el cargo se desvía de la norma para favorecer a sus amigos. En materia de votación de proyectos de ley, ordenanzas o acuerdos, traiciona a sus electores y al partido y se vende al mejor postor. El arma principal es el perjurio, la calumnia y el engaño, jamás procede rectamente. No se burla de sus enemigos, pero, sí lo hace con los suyos. Está siempre a la espera de recibir obsequios para realizar tal o cual función pública. Se vanagloria de sus fechorías, es prepotente, falaz, venal, tradicional, petulante y, presume del cargo que ostenta, va a misa los domingos, reza y ora siempre con la mano metida en el bolsillo haciendo pistola. Corrompe al elector comprando su opinión. No le interesa el bien común y en el ejercicio de sus funciones es nepótico, es decir, antepone el interés particular ante el interés general. No es amigo de nadie y está pendiente de dar el zarpazo a quien le de papaya.

Para mi la inquietud fue grande, pues no solo visité sibilas, brujos, shamanes y pitonisas, sino que me conseguí un corruptómetro, que llevo siempre en la mochila, lo he puesto en práctica y me ha dado resultados, pero el grave problema es que una sociedad como la nuestra que se precia de ser democrática y participativa, que se enorgullece de su patriotismo, que ha hecho pactos contra dicho flagelo y es signataria de la Convención Interamericana contra la Corrupción, acepte a los corruptos como una situación normal y también como un mal inevitable y les de calificativos de prohombres y de líderes políticos y como premio los elija gobernantes y miembros de los cuerpos colegiados. En todo caso, no se si las zagalas aquellas que andaban afanosamente buscando un indicio para identificar un corrupto quedaron satisfechas y analizaron la inquietud de su profesor, un funcionario anquilosado y oxidado en el ejercicio político regional, que ha sido elegido muchas veces, ha sobornado funcionarios y tiene a sus pies el presupuesto de la administración y se apresta a proponer para la próxima elección al primogénito de su parentela.

El acosos sexual, una herencia de los dioses

El acoso sexual muy en boga en nuestros días y al que se ven sometidas algunas féminas por parte del personal masculino y femenino, no fue un invento de reyes ni de plebeyos, menos de africanos, tampoco de europeos ni de maestros o curas. Fue una práctica muy común entre los dioses de todas las mitologías, especialmente del Olimpo, que no podían ver una diosa o dama que se bañara en las tibias aguas de la Laguna Estigia o del Erídano, para inmediatamente arrastrarle el ala y caerle como un ave de rapiña.

Para los sexólogos, mamasantos y arúspices de nuestro tiempo, cuando escuchan y ven por los noticieros de radio y televisión o prensa escrita que tal o cual persona fue acosada por su jefe; o que la secretaria que le dobla la edad a su superior, que apenas llega a los veinticinco años lo denunció porque todas las mañanas cuando llega a su oficina le pellizca el tafanario; o que el santo padre de la Capilla de Santa Perucha, que jamás ha tenido un mal pensamiento invita a las niñas a la sacristía de su iglesia para que escuchen el cuento del Lobo y Caperucita y allí les da el zarpazo; inmediatamente vociferan, condenan la humanidad actual, ponen el grito en la bóveda celeste y gritan que todo esto sucede por el grado de descomposición a que ha llegado la familia y la sociedad.

En todas las mitologías, africanas, asiáticas, europeas, australianas y americanas, una de las constantes siempre ha sido el acoso sexual, tanto de dioses masculinos y femeninos. No hubo dios en el Panteón griego que no arremetiera con su falo erguido contra alguna diosa desprevenida o contra fémina que le despertara y alborotara sus instintos sexuales. Zeus, el padre de los dioses, no solo acosó a sus hermanas, primas, sobrinas, hijas, sino que también llegó al colmo de acosar a su propia madre. Lo propio hicieron Odumare, Quetzalcóatl, Afrodita y Amón-Ra. Ninguno de ellos estuvo quieto y tampoco respetaron a sus inferiores cuando de sexo se trataba.

En Colombia, esta ha sido una práctica muy común entre abogados, policías, médicos. curas, maestros, políticos, deportistas, funcionarios de alto rango y hasta presidentes de la República, pues desde los tiempos de Bolívar, que era un acosador furibundo, con muy raras excepciones los que se han sentado en el solio, han tenido las manos quietas, y jamás se han resistido a la tentación de rozar con sus manos maléficas a las calipigias que se pasean ante ellos desafiantes y provocativas.

El acoso sexual es cualquier conducta o avance sexual no deseado el cual interfiere con el derecho de la persona de realizar o participar en una actividad. Se puede manifestar de palabras o de hechos. Tocando, agarrando, acorralando, haciendo gestos o insinuaciones, enviando fotografía o pintando graffiti. Según los investigadores, para que haya acoso sexual es necesario que la conducta sea iterativa y que no exista acuerdo previo entre el acosado y el acosador.

En cierto sentido, los acosos sexuales que en los últimos tiempos han llenado páginas de la prensa ecuménica en los que se han visto comprometidas importantes figuras de la política mundial, incluido el de Clinton, que acorralaba, arrodillaba y fusilaba a su víctima, no son sino pequeños retazos de una herencia ancestral y mitológica, que viene desde los tiempos en Pan y Baco, que en estado de beodez, andaban con su séquito de sátiros por las colinas escarpadas de la Arcadia, acosando y seduciendo a cuanta ninfa, náyade, potámide, xana, oréada, driada o joven mortal indefensa encontraran por esos lares. Desde el punto de vista de la simbología, si los dioses, que eran dioses y todo lo pueden no podían sustraerse a los requerimientos del placer, qué podemos hacer los humanos ante semejantes situaciones, si somos juguetes del destino y marionetas en los dedos de una mujer.

Publicado en el diario La Verdad de Cartagena, el día domingo 10 de febrero de 2008

Martes 13: día cabalístico

No es nuevo y tampoco reciente la aureola de misterio, temor y miedo que los habitantes de muchas partes de la tierra, sienten en nuestros días por la llegada del martes trece. Ese halo de fatalidad que se cierne sobre dicha fecha, aunque parezca raro, muy raro, tiene sus antecedentes en tradiciones y costumbres remotas, que arrancan desde tiempos míticos, pero que se acrecientan en épocas de las catacumbas en donde vivían hacinados y desplazados los primeros cristianos.

Sorprende que en nuestros días se encuentren tropeles de personas de diversas condiciones sociales y edades que afanosamente realizan toda clase de triquiñuelas y trampas tratando de eludir de cualquier manera toparse con la llegada del fatídico día pues según la tradición enraizada en la medula de sus almas y en las fibras de su espíritu, es de mala suerte que llegue dicho día y mucho más si este cae en el mismo mes de marzo, pues despierta la furia y la ira de Marte, el amargado y prepotente dios de la guerra.

Según lo pregonan los supersticiosos y agoreros, el martes trece, es un día de mala suerte, pues según los arcanos es el tiempo favorito para que los hechiceros realicen toda clase de magia y, también para las brujas, que en tropel salen de sus habitáculos, vuelan sobre sus escobas con la cabellera suelta al viento, elegantemente vestidas, despiden suaves y embriagadores aromas, se reúnen en algún sofisticado hotel del universo y ante los ojos de la muchedumbre, organizan sus aquelarres. Queman incienso, beben ricos y sofisticados vinos y rones, fuman perfumados cigarrillos, cantan, gritan bailan y en el paroxismo de sus alegrías sacrifican algún macho cabrío desprevenido el que sazonan con pócimas de alacranes, patas de ranas, ojos de murciélagos, tripas de caracol, lagañas dulces de ojos de cocodrilo y cuando ya lo tienen bien condimentado, antes de engullir vorazmente su presa, como premio a su sacrificio todas realizan un strip tease.

La tradición fatídica que rodea dicha fecha, el próximo martes trece será en noviembre, está ligada a muchos acontecimientos, unos míticos y otros de carácter religioso. Entre los antiguos griegos y latinos, el martes estaba consagrado a Martes (Ares), el dios de la guerra, la gente estaba sometida a un toque de queda y a la prohibición de hablar. Ya Martes, que además era un dios pendenciero, camorrista, desleal y altanero, había castigado a su fiel Allectrión, convirtiéndolo en un gallo, cuando éste se durmió y no le avisó la llegada de Helios y todos en el Olimpo se dieron cuenta que Afrodita, esposa de Vulcano, era su ardiente amante.

Pero fue la tradición judeo cristiana, a mediados del siglo IV, la que en cierto sentido contribuyó a alimentar una serie de cábalas, augurios y estigmatización alrededor del martes trece, ya que para los primeros cristianos, la última cena en la que participaron trece personas, se realizó el martes anterior a la Pascua Judía. Posteriormente le fueron agregando ingredientes tan maléficos que convirtieron dicha fecha en la más temerosa del calendario. El emperador Napoleón, quiso borrar el martes trece de su calendario. Para los norteamericanos tiene un influjo muy positivo, pues la mayora de invasiones las ha realizado martes trece. El planeta Plutón fue descubierto el martes trece de marzo 1930 por Clyde William Tombaugh, cuando apenas tenía 24 años. Para los amantes y enamorados es una fecha de mal augurio, pues cualquier cosa que se haga ese día deja al descubierto una impronta protuberante difícil de ocultar.

Aunque para los astrólogos es un día de buena suerte, pues en el calendario Maya, que estaba dividido en 20 meses de 13 días, el martes correspondía al año del dragón. Yo de todas maneras, en este día conservo la tradición y las costumbre de Pueblo Bonito, en que los venerables ancianos siempre nos decían “el martes ni te cases, ni te embarques, ni te vayas para otra parte”, porque suelen suceder muchas cosas. Y la voz de los ancianos es una voz muy sabia.

Nota publicada en el Diario La Verdad de Cartagena el día 10 de febreo del 2008

Quién gobierna a Colombia: Presidente o dictador

A pesar de que el Jefe de Estado, ya sea por boca de él mismo, de la caja de resonancia en el Congreso, o de sus corifeos y correveidiles, siempre habla de su obediencia a la Constitución, de su acatamiento a las decisiones de la Corte Suprema, de su sometimiento a la ley, de su respeto a la división y autonomía de las ramas del poder, lo cierto es que una gran parte de los colombianos que no andan detrás de su férula y que aún no han perdido la dignidad de opinar, creen que sus actuaciones se acercan más a las un dictador que a las de un presidente constitucional.

La propia figura del dictador, aquel que llegaba al poder por medio de un sangriento Golpe de Estado o por fraude electoral, y que nos remitía a una persona vestida de trapos militares, con el símbolo de un depredador en la parte de atrás de la gabardina de piel de marta cibelina y en la visera del kepis, con el pecho adornado de condecoraciones, cruces, medallas, veneras y toda clase de símbolos inventados por el hombre, con botas de caña alta y espuelas de oro, con una espada de cacha de oro atada al cinto, así como los tristemente célebres Pinochet, Videla, Perón, Somosa, Trujillo, Strossner, Stalin, Tito, Franco, Mussolini, Hitler y tantos otros solapados bajo el manto de la democracia, con el paso de los tiempos se ha ido acomodando a las nuevas exigencias de la sociedad y del pensamiento político, vistiéndose de civil, pero blindándose con un aparato militar más mítico e impenetrable que el yelmo de Mambrino.

Con tantos cambios en las legislaciones y en la concepción de los delitos, por ejemplo hoy la rebelión como delito político, según algunos juristas ladinos no existe, la figura del dictador también ha trasmutado. El dictador de hoy no puede ser como el Franco de España, que acalló los poetas no con una mordaza sino con pelotones de fusilamiento, tampoco como el Trujillo de República Dominicana, ni como el Somosa de Nicaragua o el Perón de Argentina o el Strossner de Paraguay. No es necesario que use trapos camuflados o charreteras de militares. Basta con que construya a su alrededor una red integrada por políticos corruptos, dirigentes gremiales, jerarcas de la iglesia Católica, miembros de las Cámaras y un aparato policivo-militar tan tenebroso como la misma Inquisición en su época más triste que les permita acallar a quienes se atraviesen en sus intereses y hambre de poder.

Entre un presidente constitucional y un dictador o tirano legal, solo hay un paso. Pues, con que el autócrata, como en el totalitarismo, utilice la aplanadora o maquinaria parlamentaria para legitimar sus actuaciones, como por ejemplo en el transcurso de su mandato cambiar las reglas del juego, acomodar y enmendar aquellos artículos que en la Constitución dan fuerza a la oposición y podrían debilitar su poder. El Presidente como el dictador o tirano, utiliza toda clase de triquiñuelas y subterfugios para signar o desacreditar a sus oponentes, más si estos conforman una de las ramas del Poder.

Los primeros tiranos y dictadores llegaron al poder, no con las armas, sino por el consenso de sus aláteres. En este sentido, la dictadura es una institución antigua que viene con el desarrollo de la humanidad. La Historia le atribuye el mérito a Tito Larcio de ser el primer dictador romano, que en su época como luego se haría costumbre, era nombrado por uno de los Cónsules en virtud de un mandato del Senado, conformado por nobles y plebeyos. En Grecia, muchos siglos antes hubo tiranos y dictadores como Dracón, Solón, Clístenes y Pisistratos, que a pesar de los aplausos del pueblo en el ágora mientras ejercieron el despótico poder, después cayeron en desgracias y sus nombres fueron borrados de las páginas de las calendas, cuando la gente comenzó a recordar las prohibiciones y los delitos cometidos.

El moderno dictador, como en la Roma de Tito Larcio, también es ungido por sus allegados y por el parlamento que inclina la rodilla y gira las manecillas de la brújula hacia sus intereses, es tirano o déspota o como se le llame, es omnímodo, y además de cambiar una y otra vez las reglas del juego para perpetuarse en el poder, de arrasar con la oposición, de irrespetar los fallos de las Cortes, de lanzar toda clase de contumelias e improperios contra sus críticos, de mostrar una imagen santurrona de que no quiere seguir en el poder, pero por debajo puya e incita a sus palafreneros para que organicen toda clase de artilugios, como consultas y referendos, de llevar el presupuesto de la nación en el bolsillo y repartir el menudo entre quienes le acolitan, de importarle un bledo la salud y la educación pública, de favorecer a sus amigos empresarios privados, de cerrar universidades y declarar ilegal cualquier brote de protesta, de favorecer con prebenda los medios de comunicación que le aplauden cualquier acto y manipulan la información y por el contrario pone una mordaza a aquellos que están en la otra orilla, de aplicar el dicho aquel de que “a donde fueres haz lo que vieres”, en fin a pesar de todo lo que hace el tirano o dictador, por parecer un presidente, no deja de ser tirano, pues no solo concentra en su persona todo el Poder de la Nación, sino que trata de apropiarse y de desacreditar a quienes le cuestionan sus actuaciones.

Es bueno que los colombianos nos preguntemos si en la Casa de Nariño tenemos un Presidente o un Dictador. Yo por mi parte creo lo último.

jueves 1 de mayo de 2008

Obama: a ofrecer disculpas al mundo


En medio de la alharaca que se ha suscitado en muchos pueblos de la tierra por la elección de Barack Obama como el primer presidente afrodescendiente de Estados Unidos de América en sus casi dos siglos y medio de existencia como Nación soberana, también debemos prepararnos para vivir los cambios prometidos, los que no deben quedarse únicamente en el fortalecimiento de la economía local, la reducción de impuestos a la clase media, el fortalecimiento de los ingresos de los más pobres de sus ahorros y el de los jubilados, el fin y salida de las fuerzas invasoras en Irak, entre otros, sino también que, como en su momento lo hizo Juan Pablo II que ofreció disculpas y pidió perdón por aquellos actos en que la Iglesia Católica fue connivente, Barack Obama debe pedir perdón y ofrecerle al mundo disculpas por las brutales agresiones de que han sido objeto muchos pueblos del mundo por las fuerzas invasoras norteamericanas.

El hecho histórico y memorable de que haya sido elegido por la mayor cantidad de sufragios en toda la historia norteamericana, que haya arrasado con la maquinaria de los Clintons & LTDA, que haya doblado el número de delegados electorales, que se haya apropiado de la Cámara y del Senado, que haya barrido en cuanta elección se le presentó, que haya despertado del marasmo y la anosmia el debate político norteamericano y haya creado la mayor empatía entre los pueblos del mundo hacía uno de los cargos más injuriado en la historia de los pueblos de la tierra, le permite a Barack Husseim Obama, no solo reivindicar sus ancestros de los negros esclavizados y discriminados en los casi dos siglos y medio de historia republicana y las salvajes cacerías y masacres cometidas contra los heroicos y valientes pueblos aborígenes como los siux, shosones, pieles rojas, iroqueses y apaches, sino también humanizar la Casa Blanca y cambiar el paradigma de la agresión contra los pueblos, so pretexto de mantener “la paz y la libertad”.

Los pueblos de todos los continentes, esos mismos pueblos que en muchos lugares remotos de la tierra, organizaron fiestas y milongas, mingas y chandés, francachelas y ágapes, pasodobles y fandangos, que izaron, blandieron y esgrimieron el estandarte que más ha sido pisoteado y quemado porque es considerado como el símbolo del pueblo más invasor y agresor del mundo, están a la expectativa, esperando que el flamante presidente Obama, en un acto de buena fe de lo que será su administración, retire el Embargo Económico que durante más de cuatro décadas ha soportado con bravura y valor el Pueblo Cubano.

Para muchos entendidos en la materia, para los eruditos en cuestiones de Política Internacional, para los sabios y doctos en asuntos de relaciones exteriores, Barack Obama seguirá con las mismas directrices trazadas por los tristemente célebres William Eaton, Monroe, Marshall, McCarthur y Roosvelt, padres de las doctrinas que esgrimen las fuerzas invasoras norteamericanas, sin consideración a la autonomía y soberanía de los pueblos. Otros por el contrario, esperan que el primer afroamericano en llegar a la presidencia norteamericana, el cargo más importante del Mundo, lenta y paulatinamente irá cambiando el concepto del respeto a la autodeterminación de los pueblos, apoyando sus programas de desarrollo sin imponer ninguna clase de prerrogativas.

En todo caso, para el mundo es oxigenante que haya llegado un descendiente de Changó, que Obama, por su condición de descendiente de los bantúes o carabalíes, etnias que habitaron antiguamente el territorio de kenyano, no defrauda la opinión mundial y mucho menos a los miles de latinos, afrodescendientes y discriminados, que esperan que su Política de Agresión, pase a ser en su mandato una pieza de museo, para bien y para la libertad y la paz de los pueblos.

martes 28 de octubre de 2008