En la capital de la República se han polarizado las opiniones, no solo de sus habitantes respecto al recién aprobado Muro de la Infamia, sino que también, instituciones de diversas índoles, religiosas, cívicas y hasta políticas, han tomado partido y han opinado ansiosamente sobre la conveniencia o inconveniencia de que las fotos con los feos y malucos rostros de los violadores de niños aparezcan cada cierto tiempo para que la gente los identifique y los signe como los más peligrosos elementos de nuestra sociedad.
Es bueno saber que esta práctica de señalamiento de los más peligrosos personajes de la sociedad no es nada nueva y que tampoco los honorables ediles de la capital, que andan pregonando a los siete vientos su iniciativa y bailando en un solo pie por la aprobación de dicho acuerdo, estén descubriendo el agua tibia, pues entre los antiguos griegos, cada semana, debido a que en el ágora no había fotógrafos especializados con cámara de carbón, electrónicas o digitales, se buscaba al tallador oficial para que hiciera los rostros de los delincuentes en un tronco de palo de ébano, no solo de los violadores, sino también de políticos y corruptos para exhibirlos en el ágora.
Pero muchos años antes de que los griegos impusieron esta práctica, en Nínive, el rey Senaquerib, que modernizó la ciudad con grandes edificios, amplias avenidas, plazas, parques, jardines y bulevares, también a la entrada de la ciudad hizo construir un muro, en donde cada cierto tiempo las autoridades fijaban los nombres de personas indeseables que no podían ingresar a la ciudad.
Posiblemente los más famosos muros de nuestro tiempo sean el Muro de Berlín, que es la más grande ofensa del comunismo al mundo contemporáneo, construido en 1961 y derribado por el nuevo pensamiento alemán en 1989, y el Muro de las Lamentaciones, en Jerusalén, con más de dos mil y pico de años, sitio habitual de plañideras, rabinos y judíos y a donde llegan en tropel turistas de todo el mundo a tomarse una foto para mostrarla orgullosos a sus hijos y nietos.
Yo estoy de acuerdo con la gran mayoría de rolos que ven con buenos ojos que haya un Muro de la Infamia, pero que en dicho portal no solo aparezcan en sitios de privilegios, las fotos de los violadores de niños, sino que también aparezcan las fotos con los nombres de aquellos funcionarios y políticos corruptos que han chupado, pelechado y hurtado al país y al pueblo los dineros para el mejoramiento de su ciudad. Ya lo han expresado el procurador, el fiscal y el contralor que los delincuentes de cuello blanco, esos que se hacen elegir en corporaciones de privilegio o en cargos para administrar la cosa pública, utilizando toda clase de artimañas, que se hacen fotografiar a toda hora, son más peligrosos que un criminal con una bazuka.
En todo caso, el debate sobre el Muro de la Infamia está abierto, ya una ciudad dio el primer paso para mostrarlos, no como valores o personajes que deben publicitarse como arquetipos o modelos, sino como lo más oprobioso, degradado y despreciable de la sociedad, y ojalá las demás corporaciones edilicias sigan su ejemplo, pues una manera de que se conozca a los delincuentes que hacen daño a la sociedad es mostrando su carátula, y esto no es nuevo porque hace más de dos mil años ya los griegos, en el ágora lo hacían cuando el artista en trozos de ébano hacía el retablo de cada uno los forajidos, que habían desfalcado el erario público o habían hecho daño a la sociedad..
Diario La Verdad, 2A Cartagena, martes 22 de mayo de 2007
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