Conocido como el padre del Costeñol, José Elìas Cury Lambraño, uno de los más importantes intelectuales del Caribe colombiano, hace pocos días murió en su hogar de Corozal, a la edad de ochenta y dos años y después de haber dedicado su vida a la investigación, especialmente al Costeñol, Corronchol y Casteñol, nombres que le endilgó a las diversas formas del habla y de expresiones en esta parte del país.
El nombre de Pepe Cury, como era llamado por sus amigos este ilustre hombre corozalero, se suma a los de otros investigadores del país, como don Luis Flòrez, Mario Alario Difilippo, Dimas Badel, Abel Ávila Guzmán y Jesús Cárdenas de la Ossa, que a lo largo de su vida se han quemado las cejas y se han ahumado las pestañas escudriñando y escarbando en el rico acervo lingüístico de Colombia y en especial el de la rica y mágica región caribe colombiana.
Desde el día en que le conocí en el Encuentro de Escritores Costeños que se realzó en Sincelejo en 1983, siempre tuve una admiración fervorosa por lo que hacía, por lo que investigaba y por su carismática persona. Por su barba albina y frondosa parecía uno de esos personajes de la Biblia y por los conocimientos que transmitía era una especie de sacerdote tibetano. Era un maestro que entregaba todo, se dejaba leer como un libro abierto y no escondía un solo ápice de su sabiduría. No había en Pepe Cury prepotencia de nada, tampoco vanidad y mucho menos petulancia.
Sus trabajos admirables sobre el Costeñol, el Casteñol y el Corronchol, dialectos “con toda la barba”, como los llamaba su autor, son en cierto sentido la partida de bautismo, la carta de presentación, de quien enfrentó el decadente castellano peninsular con el naciente, alegre y vivificante castellano caribe. No hubo variante lingüística que no pescara en la red de sus investigaciones.
Cury Lambraño, que también incursionó en la política y ocupó curul en el Congreso de la República, que quiso incursionar en los campos de Asclepios y luego en los valles de Ulpiano, que en su juventud anduvo por las aulas transmitiendo sus conocimientos sobre el griego y el latín y después terminaría sumergido en la Filología, la Gramática y la Lingüística, que incursionó también por las montañas espesas de las Musas, especialmente Erato y Clío, lega al rico acervo cultural del país los libros “Verbos Irregulares”, “Gazafatario Regional” y “Costeñol versus Español”.
Con la muerte de Pepe Cury, se va uno de los más queridos y serios investigadores del país. Nunca fue un posudo, no era hombre de buscar cámaras, el trabajo lo hacia silencioso y lo mostraba en el momento en que era necesario. En eso se distinguió de muchos seudos y para intelectuales, de esos que jamás han escrito nada, que odian las manifestaciones culturales, que despotrican de los investigadores, que desdeñan de los artistas, en especial de los de la bella palabra escrita, pero que andan olisqueando y buscando un lugar donde haya un evento social, una reunión para hacerse invitar, cruzar allende las montañas en avión, ponerse una escarapela en el cuello y asistir al cóctel para chismosear. Pepe Cury no era de esos.
Pero aunque haya muerto el padre del Costeñol, Casteñol y Corronchol, sus ideas siguen vivas, están latentes, porque sus investigaciones fueron serias, no estuvieron nunca bajo el sino de la apariencia. Ese ingente trabajo meritorio que incluyó investigaciones relacionadas con el Costeñol Indiano, Afrocosteñol, Castellano, o mester de buguesía y Corronchol, o mester de ruralía, fue premiado y reconocido por la Corporación Universitaria del Caribe que, le otorgó el título de Licenciado Honoris Causa en Español y Literatura. Con la muerte de Pepe Cury, se cierra uno de los más bellos capítulos de la investigación lingüística en nuestro país, pero se abre una puerta para la discusión y el debate: Qué hablamos nosotros: ¿Corronchol, Casteñol o Español? Para honra de Pepe Cury apenas se inicia la controversia.
Diario La Verdad, 2A Cartagena, viernes 16 de marzo de 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario